Queridos docentes, el mes de mayo nos encuentra medio en otoño, medio en invierno. Empieza a hacer frío en la mayoría de nuestras ciudades, y como bien saben aquellos que enseñan biología, las plantas guardan su fuerza vital. Empiezan a prepararse para la primavera. Setiembre y octubre suelen ser los meses en los que la vida vuelve a manifestarse, pero mayo es el mes para guardar la vida en las raíces, para guardar la vida en el corazón.
Nuestra Madre de Luján, el 8 de Mayo, bajo la advocación de la Inmaculada Concepción, nos recuerda la vida que lleva dentro, porque es nada más y nada menos que la Vida de Dios hecho hombre para nuestra salvación. En ella se agranda nuestro corazón para recibir las pequeñas vidas que aparecen en los patios de nuestros colegios.
Nuestras familias esperan de cada uno de nosotros ser recibidas como María nos recibe al iniciar este mes, como una Madre con sus hijos. María es Madre, la Iglesia es Madre. Nuestros colegios quieren vivir de esta maternidad y en este mes expresarse en cada uno de nuestros corazones, con un gesto de escucha, con la atención a ese detalle que uno tiene con el hijo.
María como buena Madre ve las cosas antes, como en las bodas de Caná, le dice a su Hijo: se quedaron sin vino. ¿Qué hacemos? y ella nos responde “Hagan lo que él les diga”. El mejor modo de participar de esta maternidad es viviendo profundamente unidos a Cristo, haciendo lo que él nos dice en la Iglesia, en el corazón, en la ciudad.
Mayo continúa con Nuestra Señora del Rosario de Fátima que le enseña a los pastorcitos su camino de salvación. La Virgen les dijo: “Tienen que aprender a leer y a escribir y a rezar siempre el santo rosario”. Ella los va catequizando, les va descubriendo la verdad de las cosas y de Dios. La Iglesia como María también es Maestra, y nos participa de su Verdad para llevársela a los nuevos pastorcitos que el Señor pone en nuestras aulas.
Si en algunos reina la desorientación y el desinterés, encontrar a María, la estrella del mar, la luz que ilumina las tinieblas, es un hermoso horizonte que justifica todos nuestros esfuerzos.
A veces nos preguntamos ¿y para qué tanto trabajo? ¡Para la Vida eterna! Esto es lo que nos recuerda la Virgen María en Fasta. Ella nos ilumina, como en esa imagen que pintó un papá de uno de nuestros colegios, donde la luz de María, ilumina el rezo del rosario y el rezo del rosario ilumina el fogón de la comunidad eclesial que construimos entre todos.
María nos ilumina con su amor de Madre, con la Verdad que hace nuevas todas las cosas, con la Vida que viene a traer al mundo, para que tengamos Vida en abundancia.
Mayo culmina con Nuestra Señora del Rosario Auxilio de los Cristianos, más conocida como María Auxiliadora. Como San Pío V con la batalla de Lepanto, hoy el papa Francisco nos envía a librar el buen combate de la fe contra las colonizaciones ideológicas que “sólo ven el presente, reniegan el pasado y no ven el futuro”. Pero igual que san Pio V, no nos deja solos, el que está con Dios nunca está solo. El que busca a María es porque ella ya lo encontró. Tenemos una comunidad que es Madre, una Verdad que nos hace libres, una misión en el Espíritu que quiere tirar raíces en el corazón de nuestros colegios.
En primavera celebraremos a la Virgen del Rosario, nuestra fundadora. Dando gracias por los nuevos brotes de salvación que se manifiesten en los patios de nuestras vidas.
Quizá en este mes de mayo, María nos invita a fortalecer el corazón, a participar de su amor, de su verdad, de su entrega por la salvación de los hombres, a vivir siempre unidos a Cristo, Camino, Verdad y Vida.
Sin raíces en mayo no hay brotes en octubre. ¡A echar raíces!
Pbro. Miguel Rayón
Asesor Eclesiástico de la Dirección de Educación