El 09 de agosto se celebró en nuestro país el día de la Educación Especial. Valga la oportunidad para compartir algunas reflexiones.
Cada alumno es único y singular
Como escuelas católicas buscamos configurarnos como comunidad educativa, como escuelas para la persona y de las personas; y formar la persona en la unidad integral de su ser.
En esta perspectiva se fundamenta todo nuestro quehacer educativo, la cual nos exige la personalización y la mirada del alumno singular e irrepetible en vistas a promover y generar las situaciones de aprendizaje que propicien el despliegue ordenado de todas sus dimensiones.
Inclusión y Diversidad Educativa
El verdadero significado de la inclusión es parte integrante del mensaje salvífico cristiano. En este sentido, la inclusión educativa debe entenderse como la necesidad de garantizar una educación de calidad a todos los estudiantes en igualdad de condiciones, considerando la equidad de oportunidades en la participación de los procesos integrales de aprendizaje.
El concepto de inclusión nos lleva necesariamente al de diversidad. Ya que la diversidad invita a considerar al conjunto de intervenciones educativas diferenciadas que, desde una escuela se ofrecen, para dar respuestas a todos los alumnos, respetando las características y necesidades de cada uno de ellos.
Y a su vez diversidad deviene, cada vez más, en singularidad. Cada alumno es diferente: porque es irrepetible. La singularidad supone diferencias. Diferencias que tienen que ver con los ritmos, las motivaciones, las preferencias y las facilidades de cada alumno a la hora de aprender.
Abordar esta temática desde esta perspectiva nos hace ver que no es una excepción lo que hace ver la diferencia, por ejemplo, a los alumnos que decimos que poseen altas capacidades o aquellos que tienen alguna discapacidad o que proceden de otras culturas; sino que por el mismo hecho de ser originales e irrepetibles se tiene en cuenta la singularidad de cada uno de los alumnos en el aula.
Esto exige una escuela de calidad, donde nos requiere reflexionar constantemente sobre la propia práctica con el fin de mejorarla y así dar respuesta a las necesidades cambiantes de la escuela, de los grupos en general y los alumnos en particular.
Educación y Discapacidad
Entendemos la discapacidad como un modo particular de atención desde la singularidad.
Decir personas con discapacidad, primeramente, supone que hablamos de personas. Orienta con mayor propiedad en relación al trato, a la interpretación de las posibilidades, potencialidades de éste, para hacer y para decidir su presente y su futuro, su vocación y sus intereses, más allá de lo limitado que esté o que vaya a estar. Implica aludir a sus potencialidades en relación a todas las dimensiones: biológica, psicológica, social, espiritual. Hace referencia a su dignidad.
No nos referimos a quien es discapacitado sino a quien tiene una discapacidad, por lo cual decimos persona con discapacidad, expresión que conduce también a reconocer y valorar las capacidades de cada uno e interpretar sus necesidades.
En relación a las necesidades de las personas en situación de discapacidad valga considerar que, como personas, tienen las mismas que cualquier otra persona, en todos los órdenes de la vida y a todo lo largo de su vida.
También, muchas personas en situación de discapacidad tienen necesidades específicas (por ej.: de “educación especial‟, de “trabajo protegido‟, etc.), dentro de las generales (siguiendo con el ej. de aprender, de trabajar), relacionadas con las limitaciones o restricciones (por ej. de comprensión, de manejo del tiempo, etc.), que su deficiencia o estado negativo de salud impone a su funcionamiento.
La gama de necesidades es muy amplia ya que tienen que ver con todas las dimensiones de la persona. Además, como en todas las personas, irán variando con el tiempo, con el propio desarrollo y crecimiento, con su experiencia y con sus posibilidades de satisfacción. Algunas desaparecerán, serán pasajeras, mientras que otras se mantendrán o acentuarán. Surgirán otras nuevas como las que tienen que ver con la vocación o con la sexualidad o con la independencia personal y la vida autónoma.
Todas debieran ser reconocidas y no solamente las que tienen que ver con algunos aspectos de la persona en función de la discapacidad o con alguna etapa de la vida.
Nuestras escuelas para discapacidad
Hace 45 años iniciamos en Fasta el itinerario en la educación común, y hace 12 años, la providencial mano de Dios, nos regaló la oportunidad de brindar nuestro servicio en la educación especial y extender los límites de nuestra fraternidad y solidaridad.
Junto a las comunidades educativas de “Alborada” (Escuela Especial de Nivel Primario) y “Cefi” (Centro de Formación Integral Escuela Especial Post Primaria) el proyecto de la escuela católica llega a niños y jóvenes entre 5 y 22 años de edad.
Ambas instituciones se sostienen gracias al trabajo voluntario de quienes las conducen e integran, y a la colaboración permanente y desinteresada de jóvenes voluntarios padres, profesionales, empresarios y hombres y mujeres de buena voluntad.
La propuesta educativa de ambos colegios es acompañada y enriquecida desde diversos procesos y programas que la Dirección General pone a disposición de todo colegio Fasta. De tal forma sus equipos directivos y docentes participan del Programa de Formación de Dirigentes Educativos, de las reuniones de gestión de Apoderados Legales, de procesos generales de capacitación docente, encuentros sobre Oratorios, de las líneas institucionales del Proyecto de ESI y en el último tiempo han avanzado en la customización de la plataforma Iwalp usada en nuestro Programa de Innovación Digital Educativa.
Cada alumno es particular para nosotros, dejemos la huella … es uno más que Dios pone en nuestro camino.
Esp. Lic. Verónica Abbona (Referente del Área de Innovación y Desarrollo de Contenidos)
Lic. Prof: Laura Cavalieri (Apoderada Legal Colegio Fasta Santo Tomás de Aquino. Rosario)