Estamos finalizando el mes de la educación, donde celebramos ser parte de una comunidad comprometida, en lo cotidiano, con la transformación educativa y el anuncio de la Buena Nueva.
Una de las cosas más importante para educar es saber que no estamos solos, contamos con nuestros colegas, el personal de servicio, los directivos, las familias y sobre todo nos acogemos a la Gracia de Dios, en el seno de una comunidad, que es educativa y eclesial. “Para educar a un niño se necesita toda una aldea”, nos recuerda un viejo proverbio africano.
Para educar a un niño se necesita toda nuestra Red, con sus 2.700 educadores y 13.000 familias. Formamos parte de una gran comunidad de personas con las que compartimos anhelos, inquietudes y experiencias. Porque educar es sostener vínculos.
En este mes que te celebramos, damos gracias a Dios por tu vida y por tu pertenencia a esta hermosa comunidad de Fasta. Una comunidad que nos sostiene y acompaña en el camino, que forja amistades, que se abre a la acción del Espíritu Santo que nos guía y capacita para la tarea educativa.
Nos encontramos en un tiempo de encrucijadas en lo que se refiere a la transmisión de valores, cultura y tradición. Necesitamos confianza y esperanza para afrontar este desafío, contribuyendo activamente a la edificación de verdaderas comunidades educativas y pastorales que viven la experiencia del encuentro. Una comunidad de personas que tienen una diversidad de tareas, pero que todas encuentran su realidad y su razón de ser en la verdad iluminada de Dios. “Las tareas nos separan, la misión nos une”, solía recordarnos nuestro padre Fundador.
Educar nunca ha sido fácil, y hoy parece cada vez más difícil. Así lo percibimos quienes nos dedicamos a la enseñanza. Frente a un entramado de “emergencias” -afectiva, educativa y espiritual- apostamos por la colaboración sincera y el diálogo respetuoso familia y escuela.
La Iglesia hace un llamado a toda la humanidad a tomar consciencia de la necesidad de acuerdos básicos, necesitamos asumir colectivamente un pacto educativo que genere nuevos acuerdos y renueve el entusiasmo por educar juntos.
Queridos compañeros de camino en esta misión apostólica y cultural, somos participados del magisterio del único Maestro que se reconoce como tal, estamos participando de la verdad de Dios. Participar significa tener con medida y semejanza lo que Dios es por naturaleza. Nosotros recibimos la verdad que entregamos, estamos administrando una realidad que no es nuestra, es de Dios, de ahí nuestra actitud de sumisión a la verdad que enseñamos, conscientes de que ninguno de nosotros tiene la verdad, sino que la verdad nos tiene a nosotros y nos cautiva y no podemos menos que anunciarla.
En este sentido, nos recordaba nuestro padre fundador que “un maestro, un docente, es un hombre, una mujer, consagrados a la verdad. Ejercemos la diaconía de la verdad. Enseñamos a caminar tras los pasos de Aquél que dijo “yo soy el camino, la verdad y la vida”. “Me enseñarás el camino de la vida” , recita el salmo 16 para expresar el deseo más profundo de todo ser humano.
Queridos educadores, ¡somos partícipes de una gran misión!, transmitir contenidos culturales a niños y jóvenes para que sean capaces de descubrir el sentido de su vida, la verdad de Dios y de las cosas y de este modo cultivarse y rendir culto a nuestro Buen Dios, que por Amor nos creó y redimió.
¡Feliz vocación para todos y cada uno de ustedes!
Lic. Silvina Marlia
Directora general
Red Educativa Fasta